Crítica de la tercera y última temporada de ‘El Internado: Las Cumbres’, serie de Prime Video, que se estrena este viernes 7 de abril.
Cuando en febrero de 2021 se estrenó ‘El Internado: Las Cumbres’ en Prime Video, el hype estaba por las nubes. La serie aterrizaba con el aliciente de ser un reboot de la mítica ‘El Internado: Laguna Negra’, emitida con éxito entre 2007 y 2010, en Antena 3. Sin embargo, dos años después su sucesora llega a su fin este viernes 7 de abril tras tres temporadas y una recepción más bien fría por parte de público y crítica.
Esta tercera y última temporada cierra definitivamente el arco de misterios y secretos en los que se han visto envueltos Paul (Albert Salazar), Amaia (Asia Ortega) y Manu (Carlos Alcaide) tras los muros del Internado. Se mantienen también en el reparto la mayoría del elenco principal de la serie, como Claudia Riera, Joel Bosqued, Natalia Dicenta, Mina el Hammani, Daniela rubio, Lucas Velasco e Irene Anula, entre otros.
Tres meses después de los terribles sucesos que acabaron con la vida de Paz (Paula del Río) al final de la segunda temporada, Amaia (Asia Ortega), está segura de que los misterios que habitan en el Internado no están resueltos. Dispuesta a llegar hasta el final, implica a Zoé (Lydia Pavón), una nueva alumna procedente de una residencia de acogida en la que ya no saben qué hacer con ella.
Llega una nueva protagonista: Zoé
Esta joven, Zoé, conecta desde el principio con el grupo, que pronto se ve envuelto en desapariciones y crímenes horribles entre los muros del monasterio. Una carrera a vida o muerte que se convertirá en toda una prueba de fuego para su amistad. El personaje gana muchísimo peso desde los primeros minutos de la temporada, toda una declaración de intenciones que nos avanza el estatus que tendrá a lo largo de esta entrega.
Mientras, Alicia (Claudia Riera) y León (Joel Bosqued) se verán envueltos en una carrera contrarreloj para escapar de la muerte y su pérdida de memoria. Por su parte, Mara (Natalia Dicenta) continúa dirigiendo con mano de hierro el internado, aunque bastante inquieta por la repentina desaparición de Darío (Ramiro Blas). Y Adèle (Daniela Rubio) sigue sin tocar fondo por su adicción a las pastillas, al tiempo que intenta contactar con su madre, que se encuentra encarcelada.
Algunas mejoras, pero también se repiten errores
En esta temporada final, hay que reconocer que ‘El Internado: las Cumbres’ se esfuerza en intentar mejorar algunos de los aspectos en los que más cojeaba en sus dos primeras temporadas. Uno de ellos eran los diálogos, poco naturales y forzados. Se apuesta por dar más profundidad a personajes como Manu (Carlos Alcaide), al tiempo que también tienen más presencia los miembros de la comunidad educativa del internado, como los monjes del monasterio.
Otro expediente X de esta serie eran los figurantes del internado, que parecían maniquís y chirriaban de una forma calamitosa. Pese a que se intenta integrarlos mejor dentro de la serie, el resultado de algunas interpretaciones fallidas vuelven encierro todo por tierra y te sacan continuamente de la historia.
En lo que respecta a la trama, la temporada arranca con un golpe de efecto argumental bastante potente, parece que propiciado por necesidades de producción. Está muy bien planteado y hace que el espectador tenga ganas de saber qué ha ocurrido. Se agradece el intento de poner orden en unas tramas algo enrevesadas y estancadas en las dos primeras temporadas, como son todo los relacionado con el Nido del Cuervo y la ciencia del Drago Musca.
El gran problema de ‘El Internado: Las Cumbres’ es la sensación que ha transmitido de no tener un rumbo fijo y de no querer (o no saber) desmenuzar su trama principal hasta esta última temporada. Habría sido mejor avanzar muchos más detalles en los capítulos precedentes en vez de reservar toda la artillería para el final, y soltarla de una forma demasiado abrupta y caótica. Y es que estas alturas los espectadores que he conseguido llegar hasta aquí es probable que tengo en la cabeza como un bombo.
Hay momentos en los que cuesta relacionar algunos de los acontecimientos que tienen lugar en esa tercera temporada con todo lo que se ha contado a las dos anteriores. Por ello, lo más recomendable es que el espectador medio intente hacer un resumen de todo lo visto hasta ahora y se centre directamente lo que se cuenta en estos capítulos, porque tratar de recordar (primero) y comprender (después) lo anterior es harto complicado.
En definitiva, ‘El Internado: Las Cumbres’ cierra su ciclo con esa tercera y última temporada, que es más corta de lo habitual, con tan solo seis episodios, en vez de ocho. Una historia entretenida, con dosis de misterio, terror y suspense, pero que seguramente no dejará ningún poso en el espectador una vez termine. Una despedida discreta para este reboot que prometía mucho más de lo que ha terminado siendo.