Amaia Aberasturi (‘La edad de la Ira’): «No me atrevo a decir que la serie mejora a la novela, la complementa»

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Hablamos con Amaia Aberasturi y Carlos Alcaide sobre la nueva serie de ATRESplayer PREMIUM.

Una de las grandes apuestas de ATRESplayer PREMIUM para el próximo año es ‘La Edad de la Ira‘, adaptación de la novela homónima de Nando López. Hablamos con Amaia Aberasturi (nominada al Goya a Mejor Actriz por ‘Akelarre’) y Carlos Alcaide (‘El internado Las Cumbres’) sobre la ficción, que consta de 4 episodios de 50 minutos, que arranca con el brutal asesinato de un hombre, presuntamente, a manos de su hijo Marcos, un adolescente sin problemas aparentes.

¿Cómo son vuestros personajes?

Carlos: Mi personaje es Ignacio, el hermano mayor de Marcos. Con él contamos todo lo que pasa en el ámbito familiar. Se ve la relación con el padre, que corta por un patrón y es un estilo de persona muy rígida, y a partir de ahí puedes conocer mucho a este personaje. Ignacio siempre ha seguido los patrones de su padre y ves en él esa rigidez, solemnidad y ese hermetismo emocional, pero durante toda la serie se ve ese arco, esa madurez y ese despertar. Con todo lo que pasa en casa, que es muy denso, vas viendo a un Ignacio que se va dando cuenta de todo, que va analizando como puede.

Amaia: Mi personaje es Sandra. Es una chica de 16 años que tiene una relación muy estrecha con los personajes de Raúl y Marcos. Para su edad es muy madura, o al menos ella se lo considera. Tiene las ideas muy claras, es muy determinante, defiende a capa y espada la libertad de las personas, ya sea de expresión o de cualquier tipo. Le gustaría que todo el mundo pudiera hacer lo que quisiera, siempre y cuando no haga daño a nadie. Y no va a dudar en meterse y parar los pies a cualquier persona que sea homófoba o haga cualquier comentario que ella considere que esté fuera de lugar. Es una chica casi mujer que no pasa ni una en el instituto. También es cierto que pese a aparentar ser una chica hecha y derecha, es una niña y es muy vulnerable emocionalmente y hace cosas que ni ella misma comprende. Tiene estos problemas que a priori pueden parecer más sencillos, no es el amor de un padre como en el caso de Marcos, pero son cosas con las que muchos otros adolescentes van a poder sentirse identificados con ella.

¿Cómo fueron los primeros días de rodaje, teniendo en cuenta el protocolo COVID? ¿Qué tal con el resto del reparto, como Manu Ríos y Daniel Ibáñez?

Carlos: Con Manu fatal… (risas) A Manu ya lo conocía de antes y cuando nos confirmaron nos llamamos en plan «Hostia, hermano», con la ilusión de empezar un proyecto nuevo. Es muy fácil, porque Manu es actor muy bueno, con una sensibilidad increíble que lo vais a poder ver en la serie. Ha sido muy interesante crear entre todos este núcleo familiar. Yo le digo a mi madre: «Ahora estoy en el set con mi otra madre», y es gracioso. La relación que se crea tiene una polaridad muy interesante. Todo el rato se ven las diferencias, el conflicto que tienen los dos. Entre Marcos e Ignacio se pueden ver envidias y el encuentro entre hermanos es complicado. Pero lo que me gusta muchísimo es que se respeta el lazo sanguíneo y que siguen siendo hermanos.

Amaia: El tema COVID es una locura, estar todo el día con mascarilla y tener que hacer PCR es una locura. Me da mucha pena no conocer a la gente, porque la he conocido con mascarilla, lo que también significa que se ha sido muy responsables con todo el protocolo. Sin embargo, el rodaje lo estoy saboreando mucho. A pesar de tener un plan de rodaje muy ambicioso, grabando muchísimas secuencias al día, creo que hay un clima de trabajo muy tranquilo. El director es una persona muy tranquila que tiene muy claro lo que quiere y cómo lo quiere hacer, y me siendo muy a gusto, muy arropada y muy tranquila. Respecto a Manu y Daniel, que también he grabo bastante con ellos, añadir que sobre todo son muy buenas personas y también muy buenos actores.

¿Cómo ha sido ese regreso a la adolescencia?

Amaia: A mí me ha encantado. Me lo he pasado muy bien haciéndolo, creo que tengo una niña dentro. Hay cosas que me ha hecho muchísima ilusión, como reírme por todo. Por ejemplo leía el guion y ponía: «Se ríe a carcajadas». Hubo alguien que dijo: «Jo, se están riendo todo el rato». Pero es que yo eso lo recuerdo. No paraba de reírme, todo me hacía gracia, cualquier chorrada me hacía gracia. Era la edad del pavo. Me ha encantado adentrarme en esto. A pesar de ser un drama, la idea de que estos chicos son adolescentes hace que tenga luz al mismo tiempo, hace que a pesar de que su entorno sea algo abrumador como es un asesinato, siempre hay un motivo para la risa, siempre hay un motivo para enamorarse, siempre hay un motivo para reírse por cualquier tontería. Es muy realista, porque yo creo que este pasa.

Carlos: Yo la vuelta a la adolescencia también la viví en mi proyecto anterior, ‘El Internado: Las Cumbres’, y también ha sido ir a buscar el niño que todos tenemos aún, que está vibrando. A mí me ha tocado una parte más oscura, desde las sombras, desde el miedo. Me ha gustado mucho investigar esa parte no tan happy, que no todo lo es, y poner el contrapunto mostrando que la adolescencia también acarrea procesos de identidad que no son sencillos.

El libro en el que se basa ‘La Edad e la Ira’ es de hace 10 años y se ha traído a la actualidad. ¿Conocíais la novela? ¿La habíais leído?

Amaia: Yo sí que me leí el libro. Empecé a leérmelo para el casting porque la propuesta me parecía muy bonita, cómo desde casting definían el proyecto, por lo que decidí comprármelo. No me dio tiempo a leérmelo entero para hacer casting. Fue una lectura muy por encima, de muy pocas páginas, porque tenía que grabar el casting. Pero cuando cuando terminé de grabarlo ya cogí el libro y me lo leí tranquila y me encantó. Y tengo que decir que la adaptación está muy bien hecha, no me atrevo a decir que la serie mejora a la novela porque no es exactamente igual, sino que la complementa. Además, el personaje de Sandra se ve mucho más desarrollado en la serie que en el libro, y el de Ignacio creo que también. Y luego Nando vino a algún ensayo y me encantó ver sus ojos y lo emocionado que estaba. Estaba diciendo que sí a todo, le gustó ver dar vida a su libro.

Carlos: Nando es maravilloso, la novela es maravillosa y el producto que vamos a hacer es maravilloso. Cuando vino Nando a los ensayos estaba todo bien, porque ya llevábamos bastantes semanas. El personaje de Ignacio tiene muy poquita aparición en la novela, se me ha dado la oportunidad de darle vida en la serie y estoy encantadísimo. Nando dijo que le gustaba por dónde lo estaba llevando y que, pese sea un personaje más lineal, está bien que cada uno vaya metiéndole color, intensidad… ir un poco más allá.

La adolescencia es una etapa incomprendida, ahora con las olas de contagios de COVID se responsabiliza mucho a los jóvenes ¿Creéis que la serie va a ayudar a reflexionar y cambiar la visión que hay sobre los adolescentes?

Carlos: Sí, tiene todas las de la ley porque buscábamos una llamada a la reflexión. Hay una gran cantidad de jóvenes que lo han estado haciendo mal porque hay mucha necesidad de salir, de explorar, porque están pasando por la fase de descubrirse a uno mismo y eso pasa relacionándose y probar cosas, hacer un poco el loco. Hay mucha controversia. Pero creo que es una llamada a reflexionar, para que la juventud demos un pasito más allá y maduremos a nivel reflexivo.

Amaia: Yo creo que hay algo relacionado con la pandemia y cómo se le ha echado la culpa a los jóvenes en muchas ocasiones. Hay algo con lo que no estoy de acuerdo y es generalizar. No todos los jóvenes son iguales, no todos los jóvenes estamos haciendo fiestas ilegales. ¿Habrá algunos que sí? Por supuesto, ahí están las imágenes. ¿Pero habrá otros que lo habrán estado haciendo bien, quedándose en sus casas? También, estoy segura. Yo lo he hecho. Como también ocurre con la gente más adulta, con los niños… hay gente de todo tipo, hay variedad y hay diversidad.

Respecto a la serie, estoy de acuerdo con lo que decía Carlos de que el adolescente tiene la característica de ser rebelde, de ir en contra de lo que se le está diciendo… y a la vez todo esto es la búsqueda de algo, en la búsqueda de comprenderse a uno mismo, de cuestionarse si lo que me está pasando está bien, si debería replantearme hacer lo que yo considero. Es muy complicado porque ni eres niño ni eres mayor, y estás intentando tomar decisiones que no puedes tomar. Y no todo el mundo tiene igual el respaldo de una familia muy estructurada que te diga qué tienes que hacer o qué es lo que está bien hecho. Entonces tienes que buscarte y al final depende de cada caso. Por tanto, generalizar no creo que sea la manera.

¿Cómo estáis viviendo el auge del odio en España? ¿Cómo se va a trasladar ese machismo, ese racismo, esa homofobia dentro de la serie?

Amaia: Me da mucha pena que se genere odio. El odio llama a más odio. Creo que hay muchísimo trabajo por hacer. Estamos en una sociedad en la que parece que somos todos muy modernos y estamos en una sociedad muy liberal, incluso mi personaje habla de esto, pero no es verdad. De hecho hay una secuencia donde la clase, por ejemplo, es muy guay que haya carteles LGTBIQ+, pero sigue habiendo homofobia. ¿Qué tenemos que hacer para que respetemos a las personas? Creo que cada uno se puede definir como quiera siempre que no haga daño a nadie. Ojalá nos rodeemos todos de buenas personas, que además no creo que sea tan difícil.

Es cierto, que habrá gente que no lo tenga tan fácil, porque tal vez tenga una situación que ni uno mismo tiene. En el caso de Ignacio y Marcos tienen un padre autoritario y homófobo, ¿cómo va a salir el hijo? Pues tiene el doble de trabajo que la persona que haya tenido una educación maravillosa. Como sociedad tenemos que hacer que estas personas también lo vean, aunque su entorno no les diga esto. Espero que esta serie ayude a demostrar que no está todo hecho, no hay más que ver las noticias, que aún hay trabajo por hacer, y no parar.

Carlos: Me sumo a todo lo que dice Amaia. Existe la hipocresía y el postureo que tanto tenemos en nuestro día, de querer ser modernos sin habernos revisado previamente. ¿Dónde están nuestros prejuicios? ¿Dónde están nuestros límites? Es muy importante ser honesto con uno mismo y decir: Vale, mi discurso es este pero voy a ver dónde tengo mis límites. Ver si tenemos homofobia o racismo interiorizado, porque es normal, yo también reconozco que tengo aún despuntes, porque nos viene de algo muy antiguo, de un prejuicio muy marcado. Y no hay que callarse, porque el amigo que se calla de un comentario machista está siendo igual de machista. Hay un punto de decir tío, no, acaba con estas bromas porque estás reteniendo, ayudando a que esta sociedad siga siendo igual de machista, igual de sucia que está.

Amaia: Yo tengo un lema de vida y de hecho tengo un cartel muy grande en la puerta de mi casa que pone «Hakuna Matata»; vive y deja vivir, por favor. Que cada uno haga lo que le da la gana siempre y cuando no haga daño.

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