La sevillana se ha convertido en un pilar fundamental del universo ‘Sálvame’, quitándole el protagonismo a los veteranos.
‘Sálvame’ no pasa por su mejor momento en lo que a audiencias se refiere. Con ‘Tierra Amarga’ adelantándoles por la derecha, la dirección del programa de Telecinco se encuentra exprimiendo aún más a sus personajes, en un intento de amenizar las más de veinticinco horas que producen cada semana y enganchar a los espectadores a la butaca del salón. Sin duda alguna, entre el plantel de colaboradores destaca Anabel Pantoja. La sobrina de la tonadillera se ha ganado el cariño de la audiencia y, con el paso del tiempo, ha conseguido posicionarse como una de las “primeras espadas” del programa de La Fábrica de la Tele.
Desde 2015, Anabel Pantoja visita asiduamente el Plató Mila Ximénez. No fue hasta su paso por ‘Sálvame Okupa’, en 2019, cuando empezó a conectar con una base de seguidores muy potente. Con el morbo por ser la puerta de entrada a los chismes de la familia Pantoja y el carisma heredado de su tía Isabel, Anabel se ha mostrado siempre dispuesta a dejarse la piel y ofrecer espectáculo a la escaleta del programa. De hecho, si nos fijamos en su papel en el programa, su personalidad y su historia nos recuerda a la de Belén Esteban. La prima de Kiko Rivera entró en en el mundo del corazón por ser “la sobrina de” y, gracias a su espontaneidad y su sencillez, consiguió hacerse hueco con nombre propio en los hogares de los españoles y las españolas.
Como siempre digo, el éxito en televisión pasa por conseguir que los espectadores y las espectadoras se sientan identificadas con lo que pasa en sus pantallas. Las historias de verdad y las reacciones alejadas de lo prefabricado triunfan. Si a esto le añades un carácter efusivo y un sentido del humor auténtico, nos encontramos ante un caramelito televisivo. Una receta que, a ojos de los directores de ‘Sálvame’, hay que repetir y repetir hasta que el público se empache, si es que eso pasa en algún momento, pues la receta Esteban lleva doce años funcionando y la de Anabel parece seguir la estela de la princesa del pueblo.
Anabel Pantoja, de la sobrinísima a la reina del show
En la última semana, Anabel Pantoja ha protagonizado gran parte de los contenidos de ‘Sálvame’. La boda de la canaria adoptada ha causado furor entre la audiencia y sus compañeros han sabido tocar las teclas correctas para sacar a la Pantoja de sus casillas. Una lista de invitados polémica, un grupo de ecologistas que quiere parar la boda, un Plan B en la lonja de Isla Graciosa… Anabel Pantoja se ha enfrentado a tardes muy duras en las que, pese a todo, ha dado el 100% para ofrecer show y entretener a la audiencia, dejando en muchas ocasiones su estabilidad mental de lado.
Y es que ese es el motivo principal por el que la audiencia tiene mucha estima a la sobrina de la tonadillera. Empatiza con sus desgracias y se identifica con su autenticidad, alzándola como la reina del programa. Y, como en toda dinastía, por encima de los reyes no hay nadie. Así lo demuestra Anabel cuando le canta las cuarenta a sus directores y explica a la audiencia que en televisión el pinganillo y las directrices hacen que no puedas jugar en igualdad de condiciones.
Una renovación de colaboradores necesaria
Tras doce años de historia y más de 3.172 programas, la pérdida del liderazgo debe hacer ver al equipo de La Fábrica de la Tele que, pese a tener una fórmula del éxito aún muy viva y estable, es necesario mantenerse en la constante renovación. Al final, es inevitable que los pesos pesados del programa se empiecen a oxidar y sea necesaria una bocanada de aire fresco en el estudio de Mediaset. No hablo de quitar colaboradores y poner nuevos. Hablo de añadir piezas clave que sirvan de revulsivo, personajes reales, auténticos y espontáneos como Anabel Pantoja, que sacan lo mejor (y, lamentablemente, lo peor) del resto de colaboradores. Personas que se tiren al barro y se dejen la piel para que la audiencia no cambie de cadena. Y es que no hay que volverse locos por el liderazgo, pero sí escuchar a la audiencia y cuidar a los diamantes en bruto que sustentan la carpa de este maravilloso circo del corazón.
