Crítica de ‘Smiley’, la nueva serie de Netflix protagonizada por Carlos Cuevas y Miki Esparbé que se estrena el miércoles 7 de diciembre.
A las puertas de Navidad, Netflix estrena una de sus últimas apuestas originales españolas de este 2022. Hablamos de ‘Smiley’, una serie producida por Minoria absoluta y protagonizada por Carlos Cuevas y Miki Esparbé basada en la obra de teatro homónima de Guillem Clua, creador y showrunner también de la ficción. Los 8 capítulos de los que está compuesta verán la luz el próximo miércoles 8 de diciembre.
‘Smiley’ nos presenta a dos personajes muy distintos: por un lado, Álex (Carlos Cuevas), lo que podríamos conocer como una “musculoca”, un chico alegre, desenfadado y adicto al gimnasio que regenta un bar de ambiente en Barcelona; por otra parte, Bruno (Miki Esparbé), más soñador, romántico y también un punto hipocondríaco a nivel emocional. Un hecho absolutamente accidental propiciará una cita que encenderá la llama entre ambos.
Además de Álex y Bruno, el universo de ‘Smiley’ lo completan un matrimonio formado por Albert (Eduardo Lloveras) y Nuria (Ruth Llopis), así como Vero (Meritxell Calvo), amiga y compañera de trabajo de Álex, y Javier (Pepón Nieto), el dueño del bar donde trabajan.
En líneas generales, ‘Smiley’ es una tierna comedia romántica que dibuja la relación entre dos personajes que aparentemente son muy diferentes, pero terminan encontrando más semejanzas de las que esperaban en un principio. La fachada de Álex (Carlos Cuevas) de chico atractivo y musculado hace que Bruno (Miki Esparbé) se cree unos prejuicios sobre él, su forma de ser y las relaciones con otros chicos que ha tenido anteriormente.
Excelentes Carlos Cuevas y Miki Esparbé
Todo esto da lugar a una serie de malentendidos, discusiones y conflictos que al final terminan siendo devorados por la ineludible química que se genera entre ambos. Una química que se genera en gran parte gracias al gran trabajo de Cuevas y Esparbé, que desde el primer minuto construyen unos personajes creíbles y muy tiernos de los que es imposible no encariñarse.
La serie tiene un buen ritmo, a lo que ayuda también la duración en torno a los 35 minutos, que le viene como anillo al dedo. Algunas tramas secundarias como las de los personajes de Albert y Nuria pueden ser prescindibles, pero también contribuyen a complementar en cierta manera el universo de Álex y Bruno.
Ambientada en época navideña (a pesar de los tirantes de Carlos Cuevas), ‘Smiley’ es un producto amable, buenrollista y luminoso, ideal para ser consumido en estas fechas. El espectador percibirá además que es un producto muy de autor, con la mirada única de Guillem Clua, lo que lo convierte en una comedia muy diferente de lo que estamos acostumbrados a ver a nivel nacional.
Diálogos en catalán y doblada también íntegramente
‘Smiley’ cuenta también con diálogos en catalán, lo que da mucha riqueza a la serie y contribuye a que este idioma tenga peso con total naturalidad en una producción a gran escala de Netflix. Ojalá no se quede en algo anecdótico y cada vez lo veamos con más frecuencia en series de televisión nacionales. Además, los propios actores se han doblado también a sí mismos íntegramente en catalán.
En definitiva, ‘Smiley’ es una divertida comedia romántica que se ríe con inteligencia de tópicos de la normatividad en el mundo LGTBIQ+ y entretiene con unos personajes tiernos y amables, que aportan luz y aperturismo a un mundo muy necesitado de todo esto. Una serie que, haciendo honor a su propio nombre, nos hace sonreír desde el principio hasta el final.